Gente diferente
¡Parece increíble lo que puede hacer el cuerpo para volver a su normalidad! Me refiero a lo que pasa cuando estamos "enfermos", es decir, no tan sanos. Estos días que no he escrito nada ha sido por esa razón, incluso he estado un día ausente de mi centro, cosa que ha sucedido 3 veces en casi 29 años de spinologista. Pero ya estoy aquí, y esta vez me ha venido la inspiración para hablar de ese tipo de personas que te encuentras en la vida que son diferentes de la gran mayoría.
He visto que se ha apuntado como seguidora una persona que conozco hace más de 25 años, que ha sido mi cliente junto con su madre, que pueden pasar años sin vernos por la distancia pero que da igual cuando la ves. El tiempo parece no haber transcurrido cuando la tienes delante de nuevo.
En 1983 vía a Manolita y a Antonia por primera vez. Venían del Puerto de Sagunto a Cullera para ajustarse todas las semanas con Miguel y Michelle Bolufer. En aquel tiempo, yo llevaba año y medio ejerciendo e iba frecuentemente a Cullera a ver a mis amigos y colegas.
Recuerdo el entusiasmo de Antonia al hablar de spinología con la gente, me llamó mucho la atención la capacidad de atracción de Manolita, y no os podéis imaginar la combinación de madre e hija. Es por esta razón por la que llevaron cientos de personas a Cullera.
Me acuerdo cuando me propusieron abrir un centro de spinología en su ciudad. Nos pilló la crisis de la reconversión industrial del 83, pero la verdad es que no importó mucho ya que Antonia y Manolita me "llenaron" el centro de personas, de familias en un número tal que veía cada día cerca de 100 personas.
Pero no creas que ahí quedaba todo, no que va. Tengo en mi memoria los tés o cafés con leche en casa de Antonia antes de empezar a trabajar. La estoy viendo allí sentada en su mesa del comedor, cosiendo o haciendo manualidades mientras me hablaba de toda la gente que había convencido esa semana o que iba a venir la próxima. Por otro lado, con Manolita me empezó a unir una amistad que nos hizo muy amigos y hasta la fecha.
Durante años, primero conmigo y después con el spinologista que tomó mi centro, estas dos personas estuvieron ayudando, hablando de spinología y trayendo gente a ajustarse sin parar.
Estoy convencido que han sido las personas que más clientes han llevado a centros de spinología.
Y lo hicieron de forma desinteresada, solo porque entendían que era bueno para todos.
Ahora solo está Manolita, su madre murió hace unos años.
Solo quería hacerles este tributo personal porque son gente diferente con un gran corazón que han sido importantes en mi vida y en la spinología. Si solo un 10% de la gente que vemos en nuestros centros hiciera la cuarta parte de lo que hicieron estas dos mujeres, no dariamos a basto de la cantidad de gente que veríamos todos los spinologistas.
La mayor satisfacción para mí siempre ha sido ver como tus propios clientes te envían familiares, amigos, compañeros de trabajo, de equipo deportivo, es decir, gente para que venga a ajustarse como ellos y disfrutar más de la vida.
Antonia y Manolita, gracias por todo y por ser como sois. Antonia no está pero sí está.